Jóvenes de Pilar realizan peregrinación anual a la Basílica de Nuestra Señora de Luján

Un grupo de 90 personas, que participan en Reino, recorrió 30 kilómetros para visitar a nuestra patrona, el pasado 5 de diciembre. Uno de ellos es Santiago Chillado, quien nos comparte su experiencia. “Todos, llenos del Espíritu Santo, nos apoyábamos uno a uno para poder lograr la meta”, comenta.

Todo comenzó madrugando ese domingo yendo al cenotafio de Malvinas, donde allí yo iba preparando mi corazón para caminar y rezar. Durante el trayecto de estos 30km sentí la presencia de María como nunca antes en mi vida.

Empezamos a caminar y ya sentía la presencia de Jesús, María y mucho fuego del Espíritu Santo. Durante los primeros veinte/treinta minutos de silencio tuve mi mayor momento de concentración y preparándome para rezar el Rosario en conjunto con cuatro personas: Gunche, Santi, Juani y yo.

Nunca estuve tan concentrado como en ese momento, especialmente teniendo tan en cuenta la intención que teníamos todos en nuestras muñecas.

María estuvo presente en cada paso que di, muchas veces uno piensa que caminar treinta kilómetros es una banda, si es un montón, pero con la presencia de María y el Espíritu Santo dándome fuerzas, todo era posible y mucho más fácil.

Cansaba y dolían las piernas en los últimos quince kilómetros, pero nunca nadie, de los noventa que fuimos a peregrinar, se rindió. Todos llenos del Espíritu Santo nos apoyábamos uno a uno para poder lograr la meta.

Llegamos al pueblo de Luján y ya parecía estar siempre un poco más cerca, mientras cantábamos canciones el camino se hacía más fácil hasta el último kilómetro. Ahí empecé a correr y sentir una fuerza enorme del Espíritu Santo impulsándome a lograr la meta, corriendo atrás de muchas personas noté el sediento amor que todos teníamos hacia Dios, María y el Espíritu Santo. A todos, luego de caminar treinta kilómetros, se nos entregó una fuerza enorme para lograr llegar al final.

Al llegar a la Basílica de Luján sentí un gran alivio y una paz enorme. Tuvimos una misa increíble y luego fuimos a recorrer. Nunca había visto una cosa así en mi país. La verdad es que quedé asombrado en cada paso que di durante esta peregrinación. Fue una experiencia totalmente nueva e increíble, llena de fuego del Espíritu Santo acompañado por María.

Es algo que jamás viví y que lo volvería a hacer el próximo año, lo recomiendo un montón ya que se vive una experiencia de fe inexplicable.