Catalina Novo, 21 años, tres hermanos, y exalumna del colegio Oakhill Pilar, reflexiona sobre lo que ha sido para su vida participar en el Regnum Christi. «Siempre me enseñaron una fe cristocéntrica, con una relación de intimidad y amistad con Jesús, dándole mucha importancia a la comunidad y al apostolado».
Les compartimos sus testimonio.
Desde que tengo dos años, fui al colegio Oakhill, del Regnum Christi, y de esa manera fui conociendo el movimiento. Más que pensar qué me atrajo a mi del movimiento, me gusta pensar que el movimiento me atrajo hacia sí. No se me ocurre otra manera de vivir la fe que no sea como la que aprendí todos estos años en el RC.
Siempre me enseñaron una fe cristocéntrica, con una relación de intimidad y amistad con Jesús, dándole mucha importancia a la comunidad y al apostolado. Sobre todo estos últimos años, con la providencial llegada de algunas consagradas y padres a Argentina, me ayudaron a cimentar mi fe sobre roca firme, poniendo mucho foco en la formación.
Hace tres años comenzó en Pilar, un nuevo apostolado llamado VTR (Venga Tu Reino), del cual tuve el honor de estar como encargada este último año. Es un espacio de post confirmación que busca hacer presente el reino de Cristo. Se lleva a cabo todas las semanas los días miércoles, para chicos de los últimos dos años de colegio, con el fin de perseverar en su fe y darles herramientas y momentos concretos (de formación y apostolado) para poder empezar a vivir como verdaderos cristianos, poniendo al servicio los dones que el Espíritu Santo les regaló en la confirmación.
Para mí, ser apóstol es distinto a hacer apostolado, y es por eso que todos podemos ser apóstoles en cualquier lugar y situación del mundo. Ser apóstol es buscar vivir como Cristo, de manera que cuando alguien te vea a vos, pueda verlo un poco más a Él. Ser apóstol para es misionar con tu vida, con el ejemplo, hablar de Dios, en lo pequeño, y en lo grande.
Creo que Jesús se da a conocer a otras personas de todas las maneras que podamos pensar. Si existe alguien creativo, es Dios, y más cuando busca conquistar un corazón. Él conoce los corazones de sus hijos, y sabe cómo darse a conocer a cada uno, y en qué momento. En lo personal, a mi Jesús se me dio a conocer por medio de muchas personas que me guiaron en mi camino de fe, por medio de la naturaleza, de la razón y la formación, y sobretodo por medio de experiencias vivas de su Amor: en misiones, retiros, adoraciones, misas, viajes, conversaciones, momentos de dolor, que fueron encendiendo mi corazón de amor a Él, en la medida que más lo dejaba entrar en mi vida.
Volviendo al apostolado de VTR, Dios no ha dejado de sorprendernos con su fidelidad. Al ser un apostolado nuevo, hay cosas que al principio fueron más complicadas y por momentos parecía como si las ideas que teníamos para este gran apostolado las íbamos a tener que hacer a un lado. El segundo año de VTR éramos en total unas 30 personas, con días difíciles donde venían muy pocos chicos y los coordinadores se desilusionaban un poco. Sin embargo, si algo aprendimos, fue el valor de un alma que se acerca al amor de Dios. Y la regla pasó a ser: “si viene al menos un chico, el encuentro de hace igual”. Con esa premisa en el frente y sabiendo que lo que Dios nos pedía era confianza y constancia, terminamos el año. Dimos inicio a un 2023 con el triple de personas inscritas y una asistencia casi perfecta. Tuvimos que agrandar los grupos, buscar nuevos lugares para ir a ayudar, y nuestro mayor logro: nos fuimos a misionar todos juntos. VTR para mí, y especialmente este año, es el cumplimiento de las promesas de Dios; de un Dios fiel, que te dice que cuando hagas algo por Él, te recompensará el “ciento por uno y la vida eterna». Dios no se deja ganar en generosidad, y siempre cumple.